Siento en carne propia, como viejo periodista, el contraste indeleble que debe haber significado para la casi totalidad de diarios impresos de hoy (sábado 26 de noviembre) -excepto “La República”- el no haber publicado una de las noticias más grandes de la historia contemporánea, la muerte de Fidel Castro Ruz. 

Ya me imagino como todos quienes siendo empleados y periodistas de los periódicos en cuestión, sienten la dureza de la omisión. Sobre todo cuando a cada paso les pregunten “Y, ¿qué pasó…?”. A cada pregunta, una cara larga como respuesta.

Y, a cada respuesta, una nueva pregunta, más acuciante que la original: “¿Es que no hubo tiempo para insertar la noticia?”.

O, esta otra: “¿Es que acaso no pudieron sacar una edición extraordinaria? ¡Oiga, a Fidel Castro lo mataron a cada rato, pero estaba marcado para morirse una sola vez!”.

¿Y qué decir sobre este asunto en la edición del domingo 27? Ya no vale la pena gastar tinta, espacio, vergüenza y sesos en publicar “Fidel Castro murió anteanoche día 25, a las 10:29 de la noche…”.


silencio extraño


Lo cierto es que a estas alturas de la historia peruana, jamás ha habido tantos periódicos diarios en Lima. Una inmensa constelación de impresos del día, cada cual destinado a un público especial. La mayoría al módico costo de una “china”, es decir cincuenta céntimos. Otros a setenta y un sol. “La República” a S/. 1.50 y “El Comercio” al doble, es decir S/. 3.00

La mejor explicación es aquella que jamás se escribe ni se publica: Es tal la competencia que la clave del éxito de circulación estriba en que el papel salga impreso lo más temprano, a fin de que quede en los kioskos apenas aclare el día.

Ya no hay canillitas que lo voceen por las calles, salvo en las esquinas de mucho tráfico peatonal y vehicular.

Veamos el caso del Decano. Pocas veces con tan tremenda inclusión de publicidad que entre el negocio que marca el nombre del Diario y la necesidad de parar las máquinas impresoras para cumplir con la sagrada misión de informar, del suceso, pues sus directivos prefirieron sacar al ansioso mercado la nutrida y sustanciosa edición.

Al peso bruto, la edición marcó en la balanza Dos Kilos y 250 gramos de papel.

La edición constaba de:

1) El cuerpo principal de 36 páginas, con la foto del presidente Humala en sus trajines judiciales.

2) El cuerpo adicional “Luces” de entretenimiento, cultura y espectáculos, 28 páginas.

3) “Somos”, la revista más leída del país, cien páginas.

4) El suplemento “Casa y Más”, 16 páginas, tamaño tabloide.

5) Un libraco, el de mayor peso, con publicidad navideña de “Todos”.

6) Otro libraco de “Hiraoka”, avisos en 172 páginas.

7) Suplemento en papel couché a toda tinta, de “Paris”-Cencosud.

8) Suplemento de la misma calidad de “Tai Loy”-

9) Suplemento de “Ripley” con anotación especial, “publicidad contratada”.

10) Suplemento “especial telefonía” de “Claro”.

El repartidor tuvo que contratar un mototaxi para cumplir su cometido. Calculemos que repartir veinte ejemplares equivalía a cargar cerca de cincuenta kilos de papel, sin contar el peso del resto de periódicos. ¡Lo que pesa el decano!

Pero, lo esencial, ¿Por qué no se incluyó la noticia en los diarios…?

Veamos. Lima y La Habana tienen la misma hora. Es decir, cuando Raúl Castro leyó el breve comunicado eran cerca a las doce de la noche. La muerte de Fidel había ocurrido hora y media antes.

¿Por qué la tardanza? Suele ocurrir en regímenes que no están sujetos al juego democrático. En algunas ocasiones la reserva se ha mantenido por más tiempo para calcular sus implicancias. No está demás cavilar en el presente caso, que el deceso tal vez se produjo mucho antes que el anuncio oficial 10 y 29 de la noche.

La vida del líder era un secreto de Estado. La primera vez que visité Cuba, se nos dio instrucciones esenciales, la primera de las cuales era jamás preguntar dónde vive ni qué hace el compañero Fidel o a qué hora se le puede ver en algún evento público o privado.

Por experiencia sé que en algunas ocasiones, hubo que parar las máquinas para incluir una gran noticia de último momento, en breve síntesis. Eran otros tiempos cuando los diarios matutinos eran matutinos y los vespertinos eran vespertinos. Hoy ya no existe esa distinción y todos compiten como matutinos.

Salvo “La República”, la sequedad informativa de la prensa diaria respecto de la sonada muerte de Fidel, es una rareza editorial difícil de explicar.

Nota del Editor.- También el diario Expreso consignó la información sobre la muerte de Fidel Castro.


*JUSTO LINARES, periodista. Ha trabajado en diversos diarios de Lima, ha sido director de noticias de Frecuencia Latina, jefe de prensa del Congreso de la República. A sus 80 años tiene una lucidez impecable y una memoria prodigiosa.